- Proteger: Antes de actuar, hemos de tener la seguridad de que tanto el accidentado como nosotros mismos estamos fuera de todo peligro. Por ejemplo, no atenderemos a un electrocutado sin antes desconectar la corriente causante del accidente, pues de lo contrario nos accidentaríamos nosotros también.
- Avisar: Siempre que sea posible daremos aviso a los servicios sanitarios de la empresa o exteriores (112 – 061 – 091 – 092) y por el método más rápido, de la existencia del accidente, activando así el Sistema de Emergencia, para inmediatamente empezar a socorrer en espera de ayuda. Hay que indicar siempre:
- Lugar y tipo del accidente.
- Número de heridos.
- Identificación de la persona que llama, ya que las llamadas anónimas inspiran desconfianza.
- No abandonar nunca la comunicación hasta que nos lo digan. Si estamos solos, lo primero es socorrer a las víctimas intentando avisar lo antes posible.
- Socorrer: Una vez hemos protegido y avisado, procederemos a evaluar el estado del lesionado.
Valoración inicial.
Por otro lado se hace importantísimo saber realializar una valoración del accidentado para así poder actuar. En la Valoración inicial de un accidentado nos debemos marcar como objetivo prioritario el reconocimiento de lesiones o situaciones que sean potencialmente peligrosas para la vida del paciente; así mismo, hay que tener muy claro que las maniobras a realizar, se deben practicar en el lugar del accidente.
Si concurrieran situaciones potencialmente peligrosas tanto para el herido como para el rescatador; como son la presencia de humos, gases, sustancias explosivas, riesgos de derrumbamiento, etc. En ese caso se practicarán rescates de emergencia previos a la valoración del paciente.
Valoración del accidentado:
- Evaluación Primaria: Se debe valorar el estado de consciencia (comprobar si responde), y valorar la respiración (oír, ver y sentir la respiración).
- Evaluación Secundaria: Consiste en una exploración complementaria del paciente, para detectar otras lesiones: hemorragias, heridas, quemaduras, fracturas, etc., y aplicarles primeros auxilios hasta la llegada de los servicios médicos pertinentes.

Primeros auxilios en hemorragias
Una hemorragia es la salida o derrame de sangre dentro y/o fuera del organismo como consecuencia de la rotura de uno o varios vasos sanguíneos. Debe ser controlada rápidamente, pues si la pérdida es muy abundante puede ocasionar shock y muerte..
¿Hay diferentes tipos de hemorragias? ¿Cómo distinguirlas?
Las hemorragias se pueden clasificar:
- Según el tipo de vaso sanguíneo:
- Capilar: afecta a vasos superficiales que irrigan la piel y se cierra por sí misma. Está causada por traumatismos y se suelen formar hematomas.
- Venosa: sangre roja oscura. Es más fácil de controlar que la arterial.
- Arterial: salida abundante e intermitente de sangre roja brillante.

- Según la localización de la sangre:
- Externa: sangre que sale al exterior a través de una herida.
- Internas: la sangre no fluye al exterior y se acumula debajo de la piel o en una cavidad orgánica. Se trata de hemorragias venosas o arteriales, que pueden ser causadas por fuertes golpes abdominales, caídas al vacío, accidentes de tráfico, etc.
- Exteriorizadas: internas que salen al exterior a través de un orificio corporal, como oído, nariz, boca, ano, vagina…
Actuar según dónde se localiza
Es muy importante saber cómo actuar o qué medidas tomar ante cada tipo de hemorragia.
Ante una hemorragia externa:
- Hay que realizar una compresión directa, aplicando gasas sobre la herida y haciendo presión fuerte. La presión directa se puede sustituir por un vendaje cuando
la herida pare de sangrar, cuando la superficie sea amplia o si hay más heridos para atender.
- Si la hemorragia se produce en las extremidades, se debe elevar la parte lesionada por encima del corazón, disminuyendo la presión de la sangre en el lugar de la herida y haciendo, en cambio, presión directa sobre la arteria correspondiente, según sean brazos o piernas, comprimiendo con la yema de los dedos el vaso sanguíneo contra el hueso situado debajo de la arteria.
- Si sangran los miembros superiores, haremos presión con la palma de la mano sobre la arteria braquial o humeral (situada en el brazo; hay que presionar a la altura de la flexura o parte delantera del codo).
- Si el sangrado se produce en los miembros inferiores, presionaremos con el talón de la mano en la ingle, sobre la arteria femoral, que recorre la pierna desde el muslo hasta la parte posterior de la rodilla.
- En los casos de sangrado severo por rompimiento de una arteria mayor, es posible que la presión sea insuficiente y se requiera un torniquete. Los torniquetes son un método efectivo para detener el sangrado de una extremidad. Sin embargo, interrumpen la circulación de ida y vuelta del miembro afectado y SOLAMENTE deben usarse cuando otros métodos, tales como los vendajes de presión, hayan fracasado o se prevea que no funcionarán. La presión del torniquete debe ser aliviada periódicamente para evitar daños al tejido por falta de oxígeno. Un socorrista jamás quitará un torniquete.
Ante una hemorragia interna:
- Si es capilar, basta aplicar frío local sobre la piel (protegiéndola con un paño o una gasa), ya que el frío contrae los vasos sanguíneos y reduce el hematoma.
- Si es venosa o arterial, tendremos que vigilar si el abdomen está sensible o rígido, si hay sensación de mareo o desvanecimiento, palidez extrema, pulso débil o imperceptible, o si aparecen hematomas, sangre en vómito o sangre por recto o vagina.
Ante una hemorragia exteriorizada: existen diversos tipos y formas de proceder:
- Otorragia (hemorragia en el oído):
- Es la única que no hay que intentar detener, puesto que si no dejamos que salga la sangre, ésta se acumula en el interior del cráneo y puede ocasionar graves lesiones.
- Hay que tumbar al afectado del lado por el que se produce la hemorragia, colocar una gasa que empape y trasladarlo al hospital.
- Epistaxis (hemorragia nasal):
- Colocar a la persona sentada y con la cabeza inclinada hacia delante; tranquilizarle y comprimir con dos dedos las fosas nasales durante al menos cinco minutos.
Sangrado nasal - Si al levantar la compresión, la hemorragia no ha cesado, será necesario reanudar la compresión.
- Cuando la hemorragia es importante, se utiliza el taponamiento con gasa enrollada y mojada en vaselina o agua oxigenada mientras se traslada a la persona un centro sanitario.
- Colocar a la persona sentada y con la cabeza inclinada hacia delante; tranquilizarle y comprimir con dos dedos las fosas nasales durante al menos cinco minutos.
- Hemoptisis (hemorragia proveniente de bronquios o pulmones):
- Colocar al afectado semisentado (sentado con la espalda reclinada hacia atrás en un ángulo de unos 45 grados), aplicarle hielo en el tórax, conservar la materia expulsada tras los golpes de tos y acudir a un centro sanitario.
- Hematemesis (sangre que sale por la boca proveniente de vías digestivas):
- Colocar a la persona afectada en posición decúbito supino (acostada boca arriba en el sueño) y aplicar hielo en el abdomen.
- Hemorragia del ano:
- Si son rectorragias, la sangre es de color rojo intenso, y habría que aplicar un apósito absorbente.
- Si son las llamadas melenas, las heces son de color negro y malolientes, lo que requiere un traslado urgente al hospital.
- Hemorragias vaginales:
- Si el sangrado es abundante, consultar con un profesional sanitario.
- Hematuria (sangre en la orina):
- Hay que acudir a un centro sanitario.
Primeros auxilios en fracturas
Para tratar este tema hay que considerar que el sistema osteoarticular es un conjunto de huesos, palancas, motores, y cables que consiguen que se mueva todo nuestro sistema locomotor.

Con caracter general, a nivel de socorrismo, nos centraremos en tres tipos de lesiones:
- Fracturas:
- abiertas o complicadas, de especial gravedad ya que el hueso roto rasga la piel produciendo heridas y posibles hemorragias
- cerradas o simples, menos graves, cuando no existe herida.
- Esguinces: Distensión de un ligamento a causa de un movimiento forzado.
- Luxaciones: Salida de un hueso de su cavidad natural.
Tipos de fractura
Síntomas y signos
De forma general, se puede sospechar la existencia de una fractura si el accidentado presenta varios de los siguientes síntomas/signos:
- locales (dolor intenso que aumenta con la palpación, impotencia funcional, hinchazón y amoratamiento, deformidad más o menos acusada y/o acortamiento de una extremidad, existencia de una herida con fragmentos óseos visibles)
- generales que son el reflejo de la existencia de una hemorragia o las repercusiones de los fenómenos de dolor (taquicardia, palidez…)
Actuación
1. Evitar movilizaciones (propias y del herido).
2. Exploración:
- Evaluación primaria: signos vitales.
- Evaluación secundaria, preguntando por sensaciones, dolor, posibilidad de movimiento, comparación de extremidades, acortamiento de
las mismas, deformidades. etc.
3. Valorar los pulsos distales (radial o pedio), para descartar la existencia de hemorragias internas.
4. En el caso de una fractura abierta, aplicar sobre la herida apósitos estériles.
5. Inmovilización
6. Tapar al paciente (Protección térmica)
7. Evacuación, manteniendo el control de las constantes vitales y vigilando el acondicionamiento de la fractura.
Inmovilización
Para inmovilizar una fractura se deberán seguir las siguientes recomendaciones:
● Tranquilizar al accidentado y explicarle previamente cualquier maniobra que tengamos que realizar.
● Quitar todo aquello que pueda comprimir cuando se produzca la inflamación (anillos, brazaletes…)
● Inmovilizar con material (férulas) rígido o bien con aquel material que una vez colocado haga la misma función que el rígido (pañuelos triangulares)
● Almohadillar las férulas que se improvisen (maderas, troncos…).
● Inmovilizar una articulación por encima y otra por debajo del punto de fractura.
● Inmovilizar en posición funcional (si se puede) y con los dedos visibles.
● Nunca reducir una fractura (no poner el hueso en su sitio).
● Evacuar siempre a un centro hospitalario.

Primeros auxilios en quemaduras
La piel es el órgano más extenso de nuestro organismo. Es una estructura especializada, compuesta esencialmente por dos capas:
- La epidermis la más externa a su vez está compuesta por varias capas, siendo la más superficial la capa córnea cuya función es esencialmente protectora, impidiendo la pérdida de agua y la penetración de ciertos microorganismos.
- La dermis, que es unas 20-30 veces más gruesa que la epidermis alberga en su seno los vasos sanguíneos y linfáticos y ciertas estructuras nerviosas. Los folículos pilosos, las glándulas sudoríparas y sebáceas se encuentran también a ese nivel.
- La destrucción del estrato más profundo de la dermis conlleva la pérdida de la capacidad de regeneración de la misma, necesitándose de un injerto para cicatrizar la zona

Clasificación de las quemaduras cutáneas
Las quemaduras cutáneas se pueden clasificar en función de la profundidad y la extensión de las mismas:
Según profundidad
- 1er Grado: De grosor parcial. Destruye solamente la capa superficial de la piel, la epidermis, produciendo un enrojecimiento de la zona lesionada. A esta lesión se le denomina ERITEMA.
- 2º Grado: También de grosor parcial. Destruye la epidermis y un espesor variable de la dermis. Se produce una inflamación del tejido o formación de ampollas llamadas FLICTENAS. La lesión es dolorosa y se dice que «llora» por la pérdida de líquidos del tejido y por la aparición de las ampollas.
- 3er grado: Llamada de grosor total. Afecta a todas las capas de la piel incluyendo la dermis profunda. Es una lesión de aspecto de cuero seco, blanca o chamuscada. No hay dolor debido a la destrucción de las terminaciones nerviosas. Técnicamente se le denomina ESCARA.
Según extensión
En quemaduras poco extensas puede ser de utilidad considerar que la palma de la mano del accidentado corresponde a un 1% de la superficie corporal total. En el resto, se utiliza la denominada «Regla de los 9» de Wallace . Para ello se divide la superficie corporal del adulto en 11 áreas, siendo cada parte el 9% o un múltiplo de 9. De forma que:

- Cabeza y cuello son un 9%.
- Cada extremidad superior: 9% (7% el brazo y 2% la mano).
- Cada extremidad inferior: 18% (9% el muslo, 7% la pantorrilla y 2% el pie).
- Cara anterior del tórax y abdomen: 18%.
- Espalda y nalgas: 18%.
- Genitales: 1%.
La valoración de la gravedad de una quemadura se basará en la extensión de la superficie corporal quemada y el grado de profundidad de la misma. Sin embargo, no se debe olvidar en ningún momento que factores como la edad, el agente causal y ciertas localizaciones, como la cara, los pliegues y los genitales, influyen también de forma considerable en el pronóstico.
La posibilidad de supervivencia en un quemado está directamente relacionada con la extensión y profundidad de la quemadura mientras que el pronóstico de las secuelas lo está con la localización.
- Se considera una quemadura de carácter LEVE cuando la superficie quemada es inferior al 10% y su profundidad no rebasa el 2º grado.
- Entre el 10 y el 30% se considera GRAVE, independientemente de si la profundidad es de 2º o 3er grado.
- Entre el 30 y 50% es MUY GRAVE
- Prácticamente mortal cuando supera el 50%.
- Se consideran graves independientemente de su extensión o profundidad:
- las quemaduras que afectan a manos, pies, cara, ojos y genitales
- así como todas las de 2º y 3er grado en niños, ancianos y accidentados con enfermedades previas significativas.
Qué hacer ante una quemadura
- La asistencia inmediata del quemado es muy similar a la de cualquier accidentado con la peculiaridad de que lo primero que se debe hacer, sin olvidar nuestra propia seguridad, es parar el proceso de la quemadura; es decir, ELIMINAR LA CAUSA.
1. Evacuar al individuo del foco térmico, apagar las llamas, retirar el producto químico del contacto con la piel, … todo ello para disminuir la agresión térmica.
2. Realizar una evaluación inicial y mantener los signos vitales. La existencia de quemaduras inhalatorias o de intoxicación por inhalación de gases como el Monóxido de carbono o productos de degradación durante un incendio debe detectarse lo antes posible.
3. Buscar otras posibles lesiones como hemorragias, shock, fracturas. Se tratará siempre primero la lesión más grave.
4. Refrescar la zona quemada: Aplicar AGUA en abundancia (20-30 minutos) sobre la superficie quemada evitando enfriar al paciente (riesgo de hipotermia). Quitar ropas, joyas y todo aquello que mantenga el calor.
5. Envolver la lesión con gasas o paños limpios, humedecidos en agua. El vendaje ha de ser flojo.
6. Evacuar a un centro hospitalario con Unidad de Quemados, en posición lateral, para evitar las consecuencias de un vómito (ahogo),
7. Se han de vigilar de forma periódica los signos vitales sobre todo en casos de electrocución, de quemados con más de un 20% de superficie corporal quemada o con problemas cardíacos previos.

Qué NO se debe hacer ante una quemadura
1. Aplicar pomadas, cremas, pasta dentífrica,… sobre la quemadura. Sólo agua.
2. Enfriar demasiado al paciente, SÓLO la zona quemada. Si aparecen temblores o la zona quemada es superior al 20 % deberemos taparlo con una manta térmica.
3. Dar agua, alcohol, analgésicos... por vía oral.
4. Romper las ampollas, pues el líquido que contienen protege de la posible infección. Al romperlas abriríamos una puerta para la entrada de gérmenes.
5. Despegar la ropa o cualquier otro elemento que esté pegado a la piel.
6. Dejar sola a la víctima. En caso de tener que ir a pedir ayuda, la llevaremos con nosotros, siempre que sus lesiones lo permitan.
7. Demorar el transporte. En el lugar del accidente no podemos estabilizar clínicamente a la víctima y la posibilidad de que entre en shock aumenta cuanto mayor es la extensión de la superficie quemada.
Quemadura por fuego
En este tipo de quemaduras es importante señalar que las llamas que queman a la víctima no se deben apagar con agua. Revolcaremos al quemado por el suelo o sofocaremos el fuego con una manta. Una vez apagadas las llamas, sí que aplicaremos agua, a fin de refrigerar las zonas quemadas.
En este caso aplicaremos la NORMA GENERAL, haciendo especial atención en el Reconocimiento de Signos Vitales y en concreto a la ausencia de respiración. La mayoría de los quemados por fuego han sufrido el accidente en un espacio cerrado por lo que, a las quemaduras cutáneas, se les pueden asociar quemaduras respiratorias o intoxicación por la presencia de gases o productos de degradación. Lo más frecuente son las intoxicaciones por monóxido de carbono y cuadros inflamatorios agudos de la mucosa de las vías aéreas superiores por lesión directa del producto químico o del aire a alta temperatura.
Quemadura química
Se producen cuando la piel entra en contacto con sustancias químicas como ácidos o bases fuertes. La gravedad de la lesión dependerá no tan sólo de las características físico químicas del producto sino también de la duración del contacto y de la cantidad de producto. El manejo de estas lesiones se basará de entrada en retirar el producto químico de la piel del accidentado.
Pautas de actuación:
-
Lavado de la zona quemada Proceder al lavado generoso de la piel con AGUA en abundancia (ducha durante 20 o 30 minutos). Hemos de tener especial cuidado con las salpicaduras que pueden alcanzarnos o con el contacto directo de nuestra piel con la sustancia química.
- Durante la ducha se ha de proceder a retirar todos los objetos que estén en contacto directo con la piel: gafas, ropa, zapatos, anillos, pulseras, relojes y otras joyas.
- Aplicar la NORMA GENERAL.
En el caso de las quemaduras oculares los ojos deben irrigarse, manteniéndolos abiertos, durante 20 minutos como mínimo. La evacuación de estos accidentados se hará continuando dicha irrigación mediante peras de agua o frascos irrigadores.
Quemaduras eléctricas
La corriente eléctrica puede dar lugar a lesiones, sobre todo a su paso por el interior del cuerpo. Los resultados de un accidente eléctrico en nuestro organismo pueden desencadenar una parada cardio-respiratoria, contracciones tetánicas, convulsiones… A nivel local la electricidad puede producir quemaduras cutáneas en los puntos de entrada y salida. La prioridad, como en todos los accidentes será el P.A.S. (Proteger – Avisar – Socorrer).La pauta de actuación será:
- Cortar la corriente, en condiciones seguras, no sin antes prever la caída del sujeto.
- Iniciar la evaluación primaria y en caso de parada cardio-respiratoria, iniciar el soporte vital básico.
- Buscar otras posibles lesiones como hemorragias, shock, fracturas. Se tratará siempre primero la lesión más grave.
- Poner sobre las quemaduras un apósito limpio y estéril
- Evacuar, bajo vigilancia médica y de forma urgente, al trabajador que haya sufrido una descarga eléctrica, incluso si no presenta trastornos.
Primeros auxilios del corazón
Ese maravilloso corazón
El corazón Tiene un solo trabajo que hacer, y lo hace extraordinariamente bien: latir. Con una frecuencia de algo más de una vez por segundo —unas 100.000 veces al día, y hasta 3.500 millones en toda una vida—, late rítmicamente para empujar la sangre a través del cuerpo. Y no son precisamente suaves empujoncitos, sino sacudidas lo suficientemente potentes como para proyectar un chorro de sangre a tres metros cuando se secciona la aorta.
Cada hora, nuestro corazón dispensa alrededor de 260 litros de sangre. Eso son 6.240 litros en un día; es decir, que en un solo día circula por nuestro cuerpo más sangre que la gasolina que probablemente pondremos en nuestro coche en todo un año.
Pesa menos de medio kilo y está dividido en cuatro sencillas cámaras: dos aurículas y dos ventrículos. La sangre entra por las aurículas (también denominadas atrios, es decir, «zonas de acceso») y sale por los ventrículos (etimológicamente, «cámaras»). En realidad, el corazón no es una bomba, sino dos:
- una envía sangre a los pulmones
- mientras que la otra lo hace al resto del cuerpo.
Mantener todas las partes del cuerpo provistas de cantidades suficientes de sangre en todo momento es un asunto complicado. Cada vez que nos ponemos de pie, alrededor de 0,7 litros de sangre intentan drenarse hacia abajo, y nuestro cuerpo tiene que superar de alguna manera el tirón de la gravedad.
Hay muchas formas en que el corazón puede fallar. Puede saltarse un latido o, más habitualmente, añadir un latido adicional por el fallo de un impulso eléctrico. Algunas personas pueden tener hasta 10.000 de tales palpitaciones al día sin ser conscientes de ello. En otras, en cambio, tener un corazón arrítmico se convierte en un interminable y molesto calvario. Cuando el ritmo cardiaco es demasiado lento, la dolencia se conoce como bradicardia; cuando es demasiado rápido, hablamos de taquicardia.
Los principales problemas que puede tener el corazón
- Infarto de miocardio cuando la sangre oxigenada no puede llegar al músculo cardiaco debido a una obstrucción en una arteria coronaria. Los infartos de miocardio suelen ser repentinos. Cuando el músculo cardiaco se ve privado de oxígeno debido a una obstrucción, empieza a necrosarse (a morir), un proceso que generalmente tarda unos 60 minutos. El músculo cardiaco que se pierde de ese modo es irrecuperable.
- Paro cardiaco cuando el corazón deja de bombear por completo, generalmente debido a un fallo de señalización eléctrica.
La mayoría de las personas que mueren súbitamente probablemente sienten dolor isquémico del modo característico. El comienzo del dolor cardíaco isquémico es repentino y agudo. Los que lo han sufrido lo describen casi siempre como un dolor constrictivo. Algunas veces se manifiesta como una presión aplastante, como un peso intolerable que oprime con fuerza la parte frontal del tórax, irradiándose hacia abajo por el brazo izquierdo y hacia arriba por el cuello y la mandíbula. La sensación es aterradora aun para aquellos que la han experimentado a menudo, porque cada vez que vuelve a ocurrir va acompañada de la conciencia (¡y qué conciencia tan real!) de la posibilidad de una muerte inminente.
Pero actualmente la manera normal de sucumbir a la enfermedad cardíaca isquémica suele ser mediante el declive del músculo cardiaco, que suele ser gradual, con muchos avisos y muchos tratamientos con éxito antes de la fallo final. La destrucción del músculo cardíaco se produce poco a poco, durante un período de meses, o años, hasta que la bomba, asediada y debilitada, simplemente falla.
¿Pero cómo falla el corazón?
La alimentación que permite al músculo cardíaco, o miocardio, realizar su arduo trabajo la proporciona un grupo de vasos distintos, que se llaman coronarias porque se originan en arterias que rodean el corazón como una corona. Las ramificaciones de la coronaria principal descienden hacia la punta del corazón, dividiéndose en ramitas que llevan sangre roja y brillante, rica en oxígeno, al rítmico miocardio. Con buena salud, estas arterias coronarias son las amigas del corazón; si están enfermas, le traicionan cuando más las necesita. Y la principal causa es la arterioesclerosis.
La sustancia responsable de la obstrucción toma la forma de depósitos de un blanco amarillento, llamados placas, que se adhieren a la pared interna de la arteria y sobresalen hacia su canal central. Las placas están constituidas por células y tejido conectivo, con un núcleo central compuesto de detritos y una variedad común de material graso o lípidos (del griego lipos: «grasa» o «aceite»). Dado que la mayor parte de esta placa está compuesta de lípidos, se la llama ateroma Al ser el proceso de formación del ateroma la causa más común de la arteriosclerosis, se le denomina aterosclerosis o endurecimiento del ateroma.
A medida que el ateroma avanza, empieza a agrandarse y tiende a unirse con las placas vecinas, al tiempo que absorbe calcio del flujo sanguíneo. El resultado es la acumulación gradual de una extensa masa de ateroma endurecido que reviste la pared del vaso durante un trayecto considerable, haciéndolo cada vez más arenoso, rígido y estrecho. A veces se compara una arteria aterosclerótica con una vieja tubería muy usada y mal conservada, cuyo interior está recubierto de gruesos depósitos de óxido y sedimentos. Cada cigarro, cada paquete de mantequilla, cada trozo de carne y cada aumento de la hipertensión hacen que las coronarias endurezcan su resistencia al flujo sanguíneo.
Un infarto afecta a la parte de pared del músculo cardíaco que depende de la coronaria ocluida en ese caso, superficie que la mayoría de las veces ocupa de cinco a ocho centímetros cuadrados. La culpable real es, casi la mitad de las veces, la descendente anterior de la coronaria izquierda, un vaso que desciende por la superficie anterior del corazón izquierdo hasta la punta, estrechándose a medida que va ramificándose en subdivisiones que penetran en el miocardio. La frecuencia con que está implicada esta arteria significa que aproximadamente la mitad de los infartos afectan a la pared anterior del ventrículo izquierdo. Su pared posterior es alimentada por la coronaria derecha, responsable del 30 al 40 por ciento de las oclusiones; la pared lateral depende de la circunfleja izquierda, responsable del 15 al 20 por ciento.
Cuando una coronaria completa de repente el proceso de oclusión, se produce un período de privación aguda de oxígeno. Si la falta de oxígeno es de tal duración y gravedad que las células musculares cardíacas, privadas bruscamente de sangre, no se pueden recuperar, al dolor de la angina le sucede el infarto: el tejido muscular afectado pasa de la extrema palidez de la isquemia a la muerte segura. Si el área muerta es pequeña, y no ha matado al paciente causándole fibrilación ventricular o alguna anomalía del ritmo igualmente grave, el músculo afectado, ahora blando e hinchado, será capaz de mantenerse débilmente mientras le sustituye, por el proceso gradual de curación, un tejido cicatricial. Este tipo de tejido es incapaz de participar en el esfuerzo de bombeo del resto del miocardio. Cada vez que una persona se recupera de un ataque cardíaco, de la gravedad que sea, ha perdido algo más de músculo y se incrementa el área cicatricial, con lo que la potencia de su ventrículo va disminuyendo poco a poco.

Las diferentes combinaciones de circunstancias favorecedoras y de daño tisular determinan el tipo y grado de peligro en el que cada corazón se halla en un momento determinado de su declive. En ese momento puede predominar uno u otro factor:
- unas veces será la susceptibilidad al espasmo o a la trombosis de las arterias coronarias parcialmente ocluidas
- otras será el músculo cardíaco enfermo, cuyo dañado sistema de comunicación esté tan confuso y sobreexcitable que fibrile al mínimo estímulo
- otras será el mismo sistema de comunicación, que se hace renuente y perezoso para transmitir las señales, de modo que vacila, funciona cada vez con más lentitud o incluso permite al corazón pararse del todo
- otras veces será un ventrículo demasiado lleno de cicatrices y debilitado como para propulsar una parte suficiente de la sangre que le ha llegado de la aurícula.
Reanimación Cardio Pulmonar
- Cuando el corazón está en fibrilación ventricular es necesario un desfibrilador y reanimación cardiaca.
- Cuando el corazón está en asistolia (está parado) no es necesario el desfibrilador sino el masaje cardiaco.
Antes de comenzar
Antes de comenzar la RCP, verifica lo siguiente:
- ¿La persona está en un entorno seguro?
- ¿La persona está consciente o inconsciente?
- Si la persona parece inconsciente, tócale o golpéale el hombro y pregúntale en voz alta «¿Te encuentras bien?«.
- Si la persona no responde y estás con otra persona que puede ayudar, uno de ustedes llame al 112 y traiga el DEA, si hay alguno disponible. La otra persona debe comenzar el RCP.
- Si estás solo y tienes acceso inmediato a un teléfono, llama al 112 y ponlo en manos libres (recibirás instrucciones telefónicamente por parte de personal competente) antes de comenzar la RCP. Si tienes un DEA cerca, tráelo.
- Tan pronto como tengas el DEA, proporciona una descarga si lo indica el dispositivo y, luego, comienza a hacer RCP.
Recuerda los tres pasos fundamentales (C-A-B)
La American Heart Association (Asociación Estadounidense del Corazón) utiliza las letras C-A-B para ayudar a las personas a recordar el orden en que se deben hacer los pasos para la RCP.
- C: compresiones (en inglés «compressions»)
- A: vía respiratoria (en inglés «airway»)
- B: respiración (en inglés «breathing»)
Compresiones: restaurar el flujo sanguíneo
Las compresiones significan que usarás tus manos para presionar con fuerza y rápidamente de una manera específica sobre el pecho de la persona. Las compresiones son el paso más importante en la RCP. Sigue estos pasos para hacer compresiones de RCP:
- Acuesta a la persona de espalda sobre una superficie firme.
- Arrodíllate junto al cuello y los hombros de la persona.
- Coloca la parte inferior de la palma (base) de tu mano sobre el centro del pecho de la persona, entre los pezones.
- Coloca tu otra mano encima de la mano que está sobre el pecho. Mantén los codos estirados y coloca tus hombros directamente encima de tus manos.
- Presiona hacia abajo el pecho (comprime) al menos 5 centímetros, pero no más de 6 centímetros. Usa todo el peso de tu cuerpo (no solo tus brazos) cuando hagas compresiones.
- Presiona el pecho con firmeza a un ritmo de 100 a 120 compresiones por minuto. La Asociación Americana del Corazón sugiere hacer compresiones al ritmo de la canción «Stayin’ Alive». Deja que el pecho vuelva a su posición (retracción) después de cada compresión.
- Continúa realizando compresiones en el pecho hasta que haya señales de movimiento o hasta que llegue el personal médico de emergencia.
Vías respiratorias: abre las vías respiratorias
Si has realizado 30 compresiones del pecho, abre las vías respiratorias de la persona mediante la maniobra de inclinarle la cabeza y levantarle el mentón. Coloca la palma de tu mano sobre la frente de la persona e inclínale suavemente la cabeza hacia atrás. Luego, con la otra mano, levántale suavemente el mentón hacia adelante para abrir las vías respiratorias.
Respiración: respira por la persona
La respiración de rescate puede ser boca a boca o boca a nariz, si la boca está gravemente lesionada o no se puede abrir. Las recomendaciones actuales sugieren hacer respiración de rescate usando un dispositivo con bolsa y mascarilla con un filtro de aire de alta eficiencia (HEPA).
- Después de abrir las vías respiratorias (usando la maniobra de inclinarle la cabeza y levantarle el mentón), apriétale las fosas nasales para la respiración boca a boca y cubre la boca de la persona con la tuya, haciendo un sello.
- Prepárate para dar dos respiraciones de rescate. Proporciona la primera respiración de rescate (de un segundo de duración) y observa si se eleva el pecho.
- Si el pecho se eleva, proporciona la segunda respiración.
- Si el pecho no se eleva, repite la maniobra de inclinarle la cabeza y levantarle el mentón y luego proporciona una segunda respiración. Treinta compresiones del pecho seguidas de dos respiraciones de rescate se consideran como un ciclo. Ten cuidado de no proporcionar demasiadas respiraciones o de respirar con demasiada fuerza.
- Si dispones de defibrilación, colócale siguiendo las instrucciones. Te indicará si procede o no desfibrilar.
- Continúa haciendo RCP hasta que haya señales de movimiento o hasta que llegue el personal médico de emergencia.
Primeros auxilios OVACE
OVACE significa obstrución de vía aérea por cuerpo extraño. Es una situación que se puede presentar en muchísimos ámbitos (familiar, empresa…) En estas situaciaciones el saber lo que hay que hacer es de suma importancia. Créedme cuando os digo que muchísima gente muere al año por atragantamiento. En estas situaciación el individuo está consciente, respiración efectiva, tos y/o estridor entre accesos de tos.
Actuación:
- Animar al paciente a toser y no interfiera en la tos y respiración espontanea del paciente.
- Intentar identificar el cuerpo extraño.(preguntar a testigos)
- Reevaluar continuamente al paciente por si muestra signos de empeoramiento o desobstrucción.
-
Obstrucción severa/total de la vía aérea
Signos: el paciente puede estar consciente o inconsciente, dificultad respiratoria acompañada de estridor o ausencia de respiración, tos silenciosa o inefectiva, posible cianosis, imposibilidad para hablar mostrando el signo universal de atragantamiento (manos agarrándose el cuello).
Actuación:
- Llame al 112
- Intentar identificar el cuerpo extraño (preguntar a testigos).
- Valore el estado de consciencia del paciente: valoración del paciente.
Paciente CONSCIENTE:
- De 5 golpes en la espalda: Colóquese al lado y detrás del paciente, aguante su pecho con la mano e incline al paciente bien hacia delante de modo que el objeto causante de la obstrucción progrese hacia la boca y no hacia más abajo en la vía aérea y proceda a realizar 5 golpes entre las escapulas con el talón de la otra mano.
- Si no se consigue desobstruir la vía aérea: Realice compresiones abdominales (maniobra de Heimlich).
- Póngase detrás de la víctima y rodee con ambos brazos la parte superior de su abdomen.
- Incline a la víctima hacia delante.
- Cierre el puño y ponga el pulgar contra el abdomen del paciente, en la línea media, entre el ombligo y el final del esternón.
- Agarre el puño con la otra mano y comprima rápida y firmemente hacia el abdomen y hacia arriba. Repita las compresiones hasta 5 veces.
- Si la obstrucción persiste, continúe alternando 5 golpes en la espalda con 5 compresiones abdominales.

Si el paciente en cualquier momento queda INCONSCIENTE:
- Sitúelo cuidadosamente en el suelo.
- Llamar al 112, si no lo hizo con anterioridad
- Iniciar RCP: Realice 30 compresiones y después intentar 2 ventilaciones de rescate, continuar la RCP hasta que la víctima se recupere y comience a respirar con normalidad.
- Si el objeto ha sido expulsado con éxito compruebe el pulso, la respiración y la capacidad de respuesta del paciente.