“Lo que de verdad nos asusta y nos consterna no son los acontecimientos externos en sí mismos, sino las formas en que pensamos sobre ellos. No son las cosas las que nos perturban sino la interpretación que hacemos de su importancia”. Epícteto.
- Razonamiento emocional: Ocurre cuando se deja que tus sentimientos guíen tu interpretación de la realidad. “Me siento deprimido, por lo que todo lo que me ocurre en el trabajo o en el instituto es un asco”.
- Catastrofismo: Cuando te centras en el peor resultado posible y lo acabas viendo como probable. “Seguro que voy a suspender el examen aunque haya estudiado mucho y me haya salido bien, o seguro que hoy no consigo vender nada pese a que tengo buena mercancía”.
- Sobregeneralización: Percibes una pauta global de negatividad sobre la base de un caso aislado. “Todo esto me ocurre por la discusión que he tenido esta mañana con mis compañeros, seguro que ahora todos me miran mal y conspiran contra mí”.
- Pensamiento dicotómico: Todo es o blanco o negro, o todo o nada. “Intentar ese proyecto ha sido una auténtica pérdida de tiempo, o estudiar para el examen ha sido en vano, o el mundo se divide en buenas y malas personas”.
- Lectura de la mente: Se asume lo que piensan los demás sin suficiente evidencia. “Seguro que mi jefe piensa que soy un pringado, o seguro que los chicos o las chicas piensan que no atractivo o guapa”.
- Etiquetación: Se otorgan etiquetas negativas globales o bien a ti mismo o a terceras personas. “Todos mis compañeros son unos miserables, o tal persona tiene unas ideas políticas repugnantes y se comportan como tal”.
- Filtrado negativo: Cuando te centras únicamente en las cosas negativas y no en las positivas. “Es que no soy guapo o guapa, o seguro que no caigo bien a nadie”.
- Descalificación de los positivo: Crees que las cosas buenas que haces son vulgares y no valen nada. “Haber sido uno de los mejores trabajadores de la empresa no es nada, es lo que tengo que hacer, o soy agradable por que es lo que tienen que hacer las chicas, no porque tenga una estupenda educación”.
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Culpabilización: Se echa las culpas a terceros de todo lo que te ocurre a ti. “Mi familia tiene toda la culpa de que me vaya tan mal, o mi jefe es el responsable de todo lo que me ha ocurrido”.
Pues bien. Todas esas distorsiones cognitivas no son más que eso, son pensamientos que se tienen sobre hechos externos, que igual no tienen que ver nada con la realidad. El dominio y la racionalización de los mismos no deja de ser muy difícil de conseguir, pero si logramos identificarlos y atacarlos en su base, más que seguro que consigamos mejorar nuestro equilibrio emocional, aumentar nuestra autoestima y nuestra salud social.